“Ambos, autor y director, consiguen, por otra parte, mantener -sin trampearlo- una suerte de misterio en el curso de la acción que favorece la atención del público hasta el final.


Un potente y eléctrico retrato de nuestra guerra, nuestra colonización, nuestro rapto, nuestra esperanza, nuestra raíz y nuestro futuro. Una obra narrada desde la cercanía de nuestra memoria y la distancia de no afrontarla desde ningún partidismo, ninguna herida reciente, ningún ajuste de cuentas de ningún tipo.
Notas de dirección:
La pieza Canción del primer deseo nace del trabajo colaborativo de la compañía junto a Andrew Bovell a lo largo de cinco años. Tras varias residencias de creación y múltiples procesos de destilación, nace una pieza textual que se ancla en tres momentos de la historia de España: 1943, 1968 y el presente. Basándonos en múltiples testimonios reales, de nuestras propias historias y las de nuestros mayores, más los cientos que, desgraciadamente, se parecen entre sí, Andrew ha tejido una historia transgeneracional desde la cercanía de nuestra memoria y la distancia de no afrontarla desde ningún partidismo, ninguna herida reciente, ningún ajuste de cuentas de ningún tipo.
El resultado, anclado poéticamente en la sencillez de la “Cancioncilla del primer deseo” de Federico García Lorca es un potente y eléctrico retrato de nuestra guerra, nuestra colonización, nuestro rapto, nuestra esperanza, nuestra raíz y nuestro futuro. Compartir este relato ficticio, lleno de verdades, cierra nuestra trilogía comenzada con Cuando deje de llover y continuada con Las cosas que sé que son verdad y acerca la maestría internacional de Bovell, con la bendición de los miembros de la compañía en cada coma y cada idea, a nuestra propia tierra, vaciada y sin embargo anegada de historias y de olvidos.
Julián Fuentes Reta
“Momentos de gran belleza poética, y siempre con un sobresaliente pulso dramático y su conocida habilidad para hacer de su texto un puzle que el espectador va completando pieza a pieza y del que solo consigue ver la imagen al caer el telón.

“Ambos, autor y director, consiguen, por otra parte, mantener -sin trampearlo- una suerte de misterio en el curso de la acción que favorece la atención del público hasta el final.
